ANALISIS DEL CASO DE ROSARIO PONCE Y CIRO DEL CASTILLO

martes, 13 de septiembre de 2011




Este es un articulo del periodista Ricardo Uceda recordado por el libro "Muerte en el Pentagonito" y por el testimonio que dio en el juicio a Alberto Fujimori Fujimori sobre el asesinato de unos estudiantes en "La Cantuta".
En este articulo el autor analiza el caso de Rosario Ponce y Ciro Castillo caso donde la señorita Ponce es juzgada por los medios de comunicación sin hasta ahora haber sido encontrada una sola prueba que indique su culpabilidad, como recordemos en el sistema judicial peruano la culpabilidad debe ser probada no así la inocencia.

Ricardo Uceda.

Quién es. Una misteriosa personalidad en el centro de las sospechas. ¿La personalidad de Rosario Ponce puede explicar lo que ocurrió en la montaña? Incidentes inéditos de los enamorados que se perdieron en el Colca.

Una de las características más notables del enigma que rodea la desaparición de Ciro Castillo es la abrumadora creencia de que su compañera de viaje, Rosario Ponce, esconde algo. No necesariamente se presume que lo asesinó, sino que oculta cierto episodio que pudiera comprometerla o incomodarla. La creencia se percibe en todas las esquinas pese a que no descansa en ninguna evidencia. Tampoco nace de contradicciones en que hubiera incurrido, aunque atribuírselas es un deporte común. De hecho, la versión de esta universitaria de 25 años no ha convencido a cinco editores de diarios y televisión entrevistados para esta nota. “Algo no cuadra, falta una pieza”, dijo uno de ellos. Pero esta pobre credibilidad explica solo una parte de su imagen de culpable. La principal fuente de las sospechas es la indiferencia que exhibió respecto de la suerte de quien fuera su enamorado.

Esto lo perciben bien editores cuyo negocio es subir las tiradas y la audiencia. “Lo que más irrita a la gente es que ella da señales de que no quiere a Ciro y que no le importa su suerte”, dijo Nicolás Lúcar, conductor del espacio Punto Final en Frecuencia Latina, que logra sus más altos ratings cuando pone a las familias de Ciro y Rosario frente a frente. Víctor Ramírez, editor de Ojo, también se frota las manos cuando habla, pues el diario subió fuertemente las ventas con su agresivo tratamiento del caso. Opina que Rosario es atacada sobre todo por su indiferencia ante Ciro. Para Víctor Patiño, editor de El Trome, líder de los tabloides sensacionalistas, el tema tuvo tres momentos. Primero un allegro: euforia mediática ante la aparición de Rosario, lo cual insinuaba un pronto rescate de Ciro. Segundo, los medios se inclinan ante la tenacidad del padre para encontrar a su hijo. Al final, sin embargo, todos se vuelven contra Rosario, completamente entregada a su recuperación sicológica mientras centenares de personas rastreaban de arriba abajo el nevado Bomboya buscando a su amorcito. “Nunca la calificamos de asesina –dice Patiño– pero no es culpa nuestra que todos perciban su indiferencia”.


Los siquiatras matan a Ciro y el abogado lo resucita

Dos semanas después de que, en súbito cambio, enviara mensajes amorosos a Ciro en su Facebook, Rosario Ponce regresó al desinterés. La situación la tenía harta. Declaró que una parte de ella deseaba que Ciro apareciera para que todo se esclarezca.

–¿Solo por eso?– preguntó el reportero de Frecuencia Latina Gastón Gaviola, antes de quedar estupefacto.

–Sí, solo por eso.

Y Rosario añadió que si Ciro reapareciera de ninguna manera volvería con él. Ya no lo quería porque sus padres estaban haciendo mucho daño. La última semana la chica volvió a hacer noticia al pedirle a Ciro “que sea hombre” y reaparezca. En realidad seguía un libreto trazado por su abogado. Como es investigada por asesinato, conviene recordarle a la gente que aún no se prueba que el desaparecido haya muerto. En esto Rosario contravino el libreto de sus dos siquiatras, para quienes ya es tiempo de que, en su interior, Ciro muera definitivamente.

Periodistas, sicólogos de ambos sexos y comentadores de toda índole han analizado las reacciones de Rosario cuando le preguntan por Ciro: cómo cuando va a hablar de él mira hacia arriba y, antes de responder que efectivamente le importa, se demora, hace un mohín y después dice que sí, que quiere que lo encuentren. Se recuerda que sus primeras palabras al ser rescatada fueron para saber quién había ganado las elecciones, luego de lo cual recién pidió buscar a Ciro. Qué tanto amor por su hijo ahora, se preguntan otros, cuando lo dejó varios meses para irse a pasear con el enamorado.

Un amigo de Ciro que habló para esta historia llamó la atención sobre el hecho de que en las vigilias y otras actividades de solidaridad que se organizaron para apoyar su búsqueda Rosario nunca estuvo. “¿Sabe quién asistía? Elizabeth, su antigua enamorada. Ella, que desde hacía más de un año que ya no tenía una relación sentimental con él.”

Admitamos que Rosario quería poco a Ciro, o que no lo quería. ¿Tiene alguna relevancia para el esclarecimiento del misterio? En este punto puede ser oportuno hacernos una idea del perfil de ambos.

El chico que no dejaría abandonada a una mujer

La información acerca de Ciro Castillo es fácil de conseguir y brota espontáneamente entre quienes lo conocen. Las versiones son muy parecidas. Era un muchacho afable y tranquilo, de quien no podría esperarse una actuación extraña o turbulenta. “Antes de conocerlo bien me parecía un pavo”, dijo un amigo. Estudiaba para pasar, no se hallaba entre los destacados. Perdió un ciclo por descuidado, aunque profesores afirman que era inteligente y aprendía muy rápido. Su vida, desde que ingresó a la Universidad Nacional Agraria, transcurría en el campus de La Molina, a donde llegaba por las mañanas en un solo microbús desde su casa, sobre la calle Bolognesi, en La Punta. Aunque hizo varias amistades estrechas con amigas de su clase, Ciro no se relacionó sentimentalmente con ninguna de ellas en la universidad hasta que comenzó con Rosario, en el último año. Era de su promoción. Ambos ingresaron en el segundo semestre del 2004 a la especialidad de ingeniería forestal, pero no se hicieron amigos sino hasta mucho después. Aquel primer año Rosario solo tenía ojos para el estudiante de agronomía Carlos Abad. Es el padre de su hijo Santiago, que ahora tiene cinco años.

Durante la mayor parte de su carrera, a Ciro se le conoció una sola enamorada: Elizabeth Segura Drago, una estudiante de sicología con la que estuvo exactamente tres años contados a partir de diciembre del 2006. A los pocos meses Ciro la presentó a su familia, con la que pasaban juntos la mayoría de los fines de semana en La Punta. La fiscalía de Arequipa a cargo del caso encontró necesario investigar esta parte de la vida amorosa del desaparecido. Interrogada al respecto, Elizabeth Segura le dijo a la fiscal Elbia Surco que Ciro era “muy caballero, muy preocupado”. No era celoso, siempre pensaba las cosas antes de reaccionar, jamás la insultó ni golpeó, nunca tuvo con ella una discusión desagradable. Elizabeth, por último, se refirió al momento en el que, supuestamente, Ciro dejó a Rosario en la montaña.

–Él es un protector–dijo–. Jamás dejaría abandonada a una mujer.

Hay una especie de unanimidad acerca de este rasgo entre las amigas del desaparecido. Una de ellas dijo: “Una vez, cuando vio que yo estaba un poco afectada simplemente porque había visto a un ex enamorado, insistió en acompañarme a mi casa pese a que él daría una vuelta muy grande, porque después tenía que irse al Callao”. Las referencias sobre Ciro abundan en situaciones de este tipo. Precisamente lo que no ocurre cuando se pregunta por Rosario Ponce.


Cuando a una chica forestal le cargan la mochila

Los estudiantes de ingeniería forestal ingresan a la Universidad Agraria en grupos de treintaitantos y, descontando a desertores o rezagados, los que finalizan la carrera, al cabo de cinco años, conforman un grupo estrechamente unido. No tanto por el tiempo pasado en clases sino por los viajes, pues a partir del segundo año empiezan a recorrer juntos las zonas de exuberante flora y fauna y de manejo forestal. Así, en el Ciclo de Campo 1 se van primero una semana a Paracas y Pampa Galeras, donde aprecian la conservación de las vicuñas, y después tres semanas a Tarma, Chanchamayo y Oxapampa, y por último cinco semanas al centro forestal de Jenaro Herrera, en la selva baja, a 16 horas en lancha de Iquitos. Al año siguiente, el Ciclo de Campo 2 considera excursiones a los aserraderos de la selva central, a Pucallpa y a Trujillo, por un espacio de cinco semanas. De modo que en estos viajes, donde están solos muchos días en medio de un campamento, no solo aprecian la botánica forestal y las distintas maneras de medir e inventariar árboles, entre otros aprendizajes, sino que también se aprecian a sí mismos: llegan a conocerse bien, se hacen grandes amistades, a veces tienen sexo, a veces se inician romances que duran un ciclo de campo o mucho más. La historia de Ciro y Rosario comenzó en el último ciclo de campo, a fines de la primavera del 2010.

Ciro estaba libre y Rosario acababa de tener un choque y fuga con otro chico forestal, tan efímero que no viene al caso detallar. Sin contar la que iniciaba con Ciro, ella mantuvo tres relaciones conocidas durante su paso por la universidad. Desde el primer año fue enamorada de Carlos Abad, padre de su hijo Santiago, y con quien salía desde que estudiaron juntos en la academia preuniversitaria. Aunque Abad ingresó a otra carrera, Agronomía, en el campus se los veía frecuentemente juntos. Cuando quedó embarazada Rosario asistió normalmente a sus clases. En el 2008, ya separada de Abad, apareció en escena otro alumno de Agronomía: Víctor Cabrera, más conocido como Shrek. Rosario no se mostraba explícitamente con su nuevo enamorado, por ejemplo no caminaban tomados de la mano, pero nadie dudaba de la devoción de Shrek, quien era visto cargándole la mochila, o calentándole su almuerzo en uno de los comedores de estudiantes, o durmiendo dentro de su auto en la playa de estacionamiento. Pestañeaba por las mañanas, luego de haber madrugado en el Callao para recoger a Rosario de su casa de La Molina y llevarla a la universidad. Es difícil saber a ciencia cierta cuándo ella terminó con un muchacho tan caballeroso. Ahora mismo es su mejor amigo, según le dijo Rosario al fiscal de Chivay, Leonel Angulo.

En julio del 2009 Shrek fue a dejarla al aeropuerto –¡a las 2 am!– para que ella iniciara el tercer viaje de su Ciclo de Campo 1, en Iquitos, y, según testigos, cuando Rosario regresó ya tenía otro enamorado: Luis Miguel León, entonces su compañero de clases. En sus declaraciones ante la fiscalía ella dice que esta nueva relación duró entre noviembre del 2009 y marzo del 2010. Pero León afirma otra cosa: que fueron enamorados entre marzo del 2009 hasta junio del 2010. Tres versiones distintas sobre el inicio y fin de la relación. En todo caso, Rosario y Luis Miguel viajaron juntos al Colca en marzo del año pasado. En la versión de Rosario, rompieron inmediatamente después, y es inevitable pensar que discutieron en su recorrido por la montaña. Diera la impresión de que Rosario pelea de cuando en cuando en sus viajes. Con Luismi tuvieron una discusión fuerte en Iquitos. Él no regresó al campamento de Jenaro Herrera y al poco tiempo mandó al diablo los estudios de ingeniería forestal y se cambió de universidad. Luego se amistó con Rosario por algún tiempo. En la fiscalía dio un motivo de la separación: los padres de ella no lo admitían, y eso complicaba mucho las cosas.

Aunque de un carácter distinto al de Shrek –más abierto e impulsivo– Luis Miguel también fue visto cargando la mochila de quien fuera su enamorada. Ciro, en cambio, lavaba los platos usados por Rosario durante el trabajo de campo que hicieron en Madre de Dios, en enero del 2011. El lector puede preguntarse si es relevante saber que Rosario era engreída por sus novios. Solo en la medida en que nos dice algo de su perfil: no es una típica chica forestal. Una estudiante de esta carrera, que debe tomar un hacha para talar árboles y que arranca matorrales con sus propias manos, está acostumbrada al esfuerzo físico y a la rudeza del trabajo agrícola. Una chica forestal jamás pide que le carguen la mochila. En las clases de Producción Agropecuaria las estudiantes mujeres cargan su lampa y cultivan la tierra como cualquier campesino. Rosario Ponce no. Cuando llevó la materia vino a ayudarla Efraín Matos, eterno admirador, quien ya había hecho el curso durante el ciclo anterior.

—Tal vez fue Rosario quien le pidió a Ciro que, como estaba cansada y débil, fuera a buscar ayuda y no regresara sin ella– dijo un policía que analizó el caso. En efecto, esto es más fácil de creer que la tesis de que él la abandonó. Sin embargo, como se verá más adelante, hay especulaciones que jamás se comprobarán si antes no se encuentra el cuerpo.

Rosario y Ciro abandonan las prácticas

No obstante lo narrado, al cabo de sus relaciones con Rosario los ex enamorados guardan un buen recuerdo de ella. Son amigables sus relaciones con Carlos Abad, el padre de su hijo, y el abuelo Abad, un militar en retiro a quien en algún momento se vinculó al supuesto asesinato de Ciro, puso el pecho por ella sin vacilación. Shrek, ya se dijo, es “mi mejor amigo”, y el padre de Shrek, Miguel Cabrera, nada menos que su abogado. Luis Miguel Otero, el tercer ex, es otro que la defiende. En la fiscalía declaró que ella ama a su hijo por sobre todas las cosas y puso en duda que tienda a ocultar situaciones. “Es distraída”, explicó.

En cambio se perciben muchas críticas a Rosario entre sus compañeros de clase. Están relacionadas principalmente con su comodidad y engreimiento ante determinadas obligaciones. Durante las entrevistas para esta nota fueron referidas renuencias persistentes a hacer tareas esforzadas propias de la especialidad. En enero último, Rosario y Ciro integraron un grupo de la Universidad Agraria que hizo prácticas profesionales en Tambopata, Madre De Dios, en una reserva amazónica de Inkaterra. Internados en un albergue para investigadores con luz eléctrica limitada, durante el día debían medir árboles distantes a varias horas de viaje por el río, y por la noche realizar informes y otras tareas. Diversas fuentes confirmaron que Rosario abandonó estas prácticas sin causa justificada. A los pocos días, igualmente sin justificación, las abandonó Ciro. Ellos se reunieron luego en Puno, donde celebraron la fiesta de la Candelaria.

Durante su viaje por tres departamentos del sur, aquel verano, Rosario y Ciro tuvieron varias peleas de enamorados que han sido reportadas por la prensa e investigadas por la fiscalía. Nada fuera de lo común. Los mensajes de texto entre ellos enviados desde sus respectivos celulares demuestran una relación cálida y afectuosa, especialmente de parte él, aunque ella no se quedaba corta. En uno de ellos, cuando estaban próximos a verse después de varios días, Rosario le escribió:

–Precioso, quiero romper el catre contigo.

Vivían una etapa en la que él la seguía como un perrito. De modo que en el largo verano del 2011 durante el cual Ciro y Rosario viajaron a Madre de Dios, Puno, Cusco y Arequipa, hasta terminar en la fatídica excursión al Colca, nada parece haber ocurrido que tuviera un efecto determinante en la desaparición del estudiante. No, si Ciro fue víctima de un accidente o de un acto criminal desconocido solo pudo deberse a lo que pasó en las montañas. En cuanto a Rosario, habiendo demostrado aquí que la primera creencia generalizada, la de que ella es una chica mala, no permite implicarla en el asesinato de Ciro Castillo, vayamos a la segunda: que incurrió en numerosas contradicciones sobre los hechos. ¿Realmente se contradice?


Gracias a antiprensa.pe

Facebook Comments


0 comentarios:

Publicar un comentario