CAPÍTULO XX: LOS PUEBLOS QUE MANDÓ POBLAR EL PRIMER INCA

miércoles, 20 de marzo de 2013

Capítulo XX: Los pueblos que mandó poblar el primer Inca.
Volviendo al Inca Manco Cápac, decimos que después de haber fundado la ciudad del Cozco, en las dos parcialidades que atrás quedan dichas, mandó fundar otros muchos pueblos. Y es así que al oriente de la ciudad, de la gente que por aquella banda atrajo, en el espacio que hay hasta el río llamado Paucartampu, mandó poblar, a una y a otra banda del camino real de Antisuyu, trece pueblos, y no los nombramos por escusar prolijidad: casi todos o todos son de la nación llamada Poques. Al poniente de la ciudad, en espacio de ocho leguas de largo y nueve o diez de ancho, mandó poblar treinta pueblos que se derraman a una mano y otra del camino real de Cuntisuyu. Fueron estos pueblos de tres naciones de diferentes apellidos, conviene a saber: Masca, Chillqui, Papri. Al norte de la ciudad se poblaron veinte pueblos, de cuatro apellidos, que son: Mayu, Zancu, Chinchapuc-yu, Rimactampu. Los más de estos pueblos están en el hermoso valle de Sacsahuana, donde fue la batalla y prisión de Gonzalo Pizarro. El pueblo más alejado de éstos está a siete leguas de la ciudad, y los demás se derraman a una mano y a otra del camino real de Chinchasuyu. Al mediodía de la ciudad se poblaron treinta y ocho o cuarenta pueblos, los diez y ocho de la nación Ayarmaca, los cuales se derramaban a una mano y a otra del camino real de Collasuyu por espacio de tres leguas de largo, empezando del paraje de las Salinas, que están una legua pequeña de la ciudad, donde fue la batalla lamentable de Don Diego de Almagro el Viejo y Hernando Pizarro. Los demás pueblos son de gentes de cinco o seis apellidos, que son: Quespicancha, Muyna, Urcos, Quéhuar, Huáruc, Cauiña. Esta nación Cauiña se preciaba, en su vana creencia, que sus primeros padres habían salido de una laguna, adonde decían que volvían las ánimas de los que morían, y que de allí volvían a salir y entraban en los cuerpos de los que nacían. Tuvieron un ídolo de espantable figura a quien hacían sacrificios muy bárbaros. El Inca Manco Cápac les quitó los sacrificios y el ídolo, y les mandó adorar al Sol, como a los demás sus vasallos.

Estos pueblos, que fueron más de ciento, en aquellos principios fueron pequeños, que los mayores no pasaban de cien casas y los menores eran de a veinte y cinco y treinta. Después, por los favores y privilegios que el mismo Manco Cápac les dio, como luego diremos, crecieron en gran número, que muchos de ellos llegaron a tener mil vecinos y los menores a trescientos y a cuatrocientos. Después, mucho más adelante, por los mismos privilegios y favores que el primer Inca y sus descendientes les habían hecho, los destruyó el gran tirano Atahuallpa, a unos más y a otros menos, y a muchos de ellos asoló del todo. Ahora, en nuestros tiempos, de poco más de veinte años a esta parte, aquellos pueblos que el Inca Manco Cápac mandó poblar, y casi todos los demás que en el Perú había, no están en sus sitios antiguos, sino en otros muy diferentes, porque un Visorrey, como se dirá en su lugar, los hizo reducir a pueblos grandes, juntando cinco y seis en uno y siete y ocho en otro, y más y menos, como acertaban a ser los poblezuelos que se reducían, de lo cual resultaron muchos inconvenientes, que por ser odiosos se dejan de decir. 

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