CAPÍTULO I: HUAYNA CÁPAC MANDA HACER UNA MAROMA DE ORO; POR QUÉ Y PARA QUÉ

jueves, 30 de mayo de 2013

Capítulo I: Huayna Cápac manda hacer una maroma de oro; por qué y para qué.
El poderoso Huayna Cápac, quedando absoluto señor de su Imperio, se ocupó el primer año en cumplir las obsequias de su padre; luego salió a visitar sus reinos, con grandísimo aplauso de los vasallos, que por doquiera que pasaba salían los curacas e indios a cubrir los caminos de flores y juncia, con arcos triunfales que de las mismas cosas hacían. Recibíanle con grandes aclamaciones de los renombres reales, y el que más veces repetían era el nombre del mismo Inca, diciendo: "¡Huayna Cápac, Huayna Cápac!", como que era el nombre que más lo engrandecía, por haberlo merecido desde su niñez, con el cual le dieron también la adoración (como a Dios) en vida. El Padre Joseph de Acosta, hablando de este Príncipe, entre otras grandezas que en su loa escribe, dice estas palabras, libro sexto, capítulo veintidós: "Este Huayna Cápac fue adorado de los suyos por dios en vida, cosa que afirman los viejos que con ninguno de sus antecesores se hizo", etc.
Andando en esta visita, a los principios de ella, tuvo el Inca Huayna Cápac nueva que era nacido el príncipe heredero, que después llamaron Huáscar Inca. Por haber sido este príncipe tan deseado, quiso su padre hallarse a las fiestas de su nacimiento, y así se volvió al Cozco con toda la prisa que le fue posible, donde fue recibido con las ostentaciones de regocijo y placer que el caso requería. Pasada la solemnidad de la fiesta, que duró más de veinte días, quedando Huayna Cápac muy alegre con el nuevo hijo, dio en imaginar cosas grandes y nunca vistas, que se inventasen para el día que le destetasen y trasquilasen el primer cabello y pusiesen el nombre propio, que, como en otra parte dijimos, era fiesta de las más solemnes que aquellos Reyes celebraban, y al respecto de allí abajo, hasta los más pobres, porque tuvieron en mucho los primogénitos. Entre otras grandezas que para aquella fiesta se inventaron, fue una la cadena de oro tan famosa en todo el mundo, y hasta ahora aún no vista por los extraños, aunque bien deseada. Para mandarla hacer tuvo el Inca la ocasión que diremos. Es de saber que todas las provincias del Perú, cada una de por sí, tenía manera de bailar diferente de las otras, en la cual se conocía cada nación, también como en los diferentes tocados que traían en las cabezas. Y estos bailes eran perpetuos, que nunca los trocaban por otros. Los Incas tenían un bailar grave y honesto, sin brincos ni saltos ni otras mudanzas, como los demás hacían. Eran varones los que bailaban, sin consentir que bailasen mujeres entre ellos; asíanse de las manos, dando cada uno las suyas por delante, no a los primeros que tenía a sus lados, sino a los segundos, y así las iban dando de mano en mano, hasta los últimos, de manera que iban encadenados. Bailaban doscientos y trescientos hombres juntos, y más, según la solemnidad de la fiesta. Empezaban el baile apartados del Príncipe ante quien se hacía. Salían todos juntos; daban tres pasos en compás, el primero hacia atrás y los otros dos hacia adelante, que eran como los pasos que en las danzas españolas llaman dobles y represas; con estos pasos, yendo y viniendo, iban ganando tierra siempre para delante, hasta llegar en medio cerco adonde el Inca estaba. Iban cantando a veces, ya unos, ya otros, por no cansarse si cantasen todos juntos; decían cantares a compás del baile, compuestos en loor del Inca presente y de sus antepasados y de otros de la misma sangre que por sus hazañas, hechas en paz o en guerra, eran famosos. Los Incas circunstantes ayudaban al canto, por que la fiesta fuese de todos. El mismo Rey bailaba algunas veces en las fiestas solemnes, por solemnizarlas más.
Del tomarse las manos para ir encadenados, tomó el Inca Huayna Cápac ocasión para mandar hacer la cadena de oro; porque le pareció que era más decente, más solemne y de mayor majestad, que fuesen bailando asidos a ella y no a las manos. Este hecho en particular, sin la fama común, lo oí al Inca viejo, tío de mi madre, de quien al principio de esta historia hicimos mención que contaba las antiguallas de sus pasados. Preguntándole yo qué largo tenía la cadena, me dijo que tomaba los dos lienzos de la Plaza Mayor del Cozco, que es el ancho y el largo de ella, donde se hacían las fiestas principales, y que (aunque para el bailar no era menester que fuera tan larga) mandó hacerla así el Inca para mayor grandeza suya y mayor ornato y solemnidad de la fiesta del hijo, cuyo nacimiento quiso solemnizar en extremo. Para los que han visto aquella plaza, que los indios llaman Haucaypata, no hay necesidad de decir el grandor de ella; para los que no la han visto, me parece que tendrá de largo, norte sur, doscientos pasos de los comunes, que son de a dos pies, y de ancho, leste hueste, tendrá ciento y cincuenta pasos, hasta el mismo arroyo, con lo que toman las casas que por el largo del arroyo hicieron los españoles, año de mil y quinientos y cincuenta y seis, siendo Garcilaso de la Vega, mi señor, Corregidor de aquella gran ciudad. De manera que a esta cuenta tenía la cadena trescientos y cincuenta pasos de largo, que son setecientos pies; preguntando yo al mismo indio por el grueso de ella, alzó la mano derecha, y, señalando la muñeca, dijo que cada eslabón era tan grueso como ella. El Contador general Agustín de Zárate, Libro primero, capítulo catorce, ya por mí otra vez alegado cuando hablamos de las increíbles riquezas de las casas reales de los Incas, dice cosas muy grandes de aquellos tesoros. Parecióme repetir aquí lo que dice en particular de aquella cadena, que es lo que se sigue, sacado a la letra: "Al tiempo que le nació un hijo, mandó hacer Guainacaba una maroma de oro, tan gruesa (según hay muchos indios vivos que lo dicen), que asidos a ella doscientos indios orejones no la levantaban muy fácilmente, y en memoria de esta tan señalada joya llamaron al hijo Guasca, que en su lengua quiere decir soga, con el sobrenombre de Inga, que era de todos los Reyes, como los Emperadores romanos se llamaban Augustos", etc. Hasta aquí es de aquel caballero, historiador del Perú.
Esta pieza, tan rica y soberbia, escondieron los indios con el demás tesoro que desaparecieron, luego que los españoles entraron en la tierra, y fue de tal suerte que no hay rastro de ella. Pues como aquella joya tan grande, rica y soberbia, se estrenase al trasquilar y poner el nombre al niño Príncipe heredero del Imperio, demás del nombre propio que le pusieron, que fue Inti Cusi Huallpa, le añadieron por renombre el nombre Huáscar, por dar más ser y calidad a la joya. Huasca quiere decir soga, y porque los indios del Perú no supieron decir cadena, la llamaban soga, añadiendo el nombre del metal de que era la soga, como acá decimos cadena de oro o de plata o de hierro; y porque en el príncipe no sonase mal el nombre Huasca, por su significación, para quitársela le disfrazaron con la r, añadida en la última sílaba, porque con ella no significa nada, y quisieron que retuviese la denominación de Huasca, pero no la significación de soga; de esta suerte fue impuesto el nombre Huáscar a aquel príncipe, y de tal manera se le apropió, que sus mismos vasallos le nombraban por el nombre impuesto y no por el propio, que era Inti Cusi Huallpa; quiere decir: Huallpa Sol de alegría; que ya como en aquellos tiempos se veían los Incas tan poderosos, y como la potencia, por la mayor parte, incite a los hombres a vanidad y soberbia, no se preciaron de poner a su príncipe algún nombre de los que hasta entonces tenían por nombres de grandeza y majestad, sino que se levantaron hasta el cielo y tomaron el nombre del que honraban y adoraban por Dios y se lo dieron a un hombre llamándole Inti, que en su lengua quiere decir Sol; Cusi quiere decir alegría, placer, contento y regocijo, y esto baste de los nombres y renombres del príncipe Huáscar Inca.
Y volviendo a su padre Huayna Cápac, es de saber que, habiendo dejado el orden y traza de la cadena y de las demás grandezas que para la solemnidad del trasquilar y poner nombre a su hijo se habían de hacer, volvió a la visita de su Reino, que dejó empezada, y anduvo en ella más de dos años, hasta que fue tiempo de destetar el niño; entonces volvió al Cozco, donde se hicieron las fiestas y regocijos que se puedan imaginar, poniéndole el nombre propio y el renombre Huáscar. 

Facebook Comments


0 comentarios:

Publicar un comentario