LITERATURA MEDIEVAL ESPAÑOLA

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Indice - Literatura

Contexto Histórico
- Régimen Feudal.
- Hegemonía de la Iglesia Católica.
- Dogmatismo.
- Lucha entre cristianos y moros. 

MANIFESTACIONES LITERARIAS

Literatura Popular
(Mester de Juglaría)

Oral
Popular
Anónima
Temas nacionales y heroicos
Rima asonante
Métrica irregular


Literatura Religiosa
(Mester de Clerecía)

Escrita
Culta
Temas religiosos
Rima consonante
Uso del verso alejandrino y
de la cuadernavía.





EVOLUCIÓN DE LA LITERATURA ESPAÑOLA MEDIEVAL

Epoca Manifestación literaria

Características /Obras
Siglo X

Glosas
Anotaciones al margen de un texto en latín: Glosas Emilianenses, Glosas Silenses.
Siglo XI
Jarchas Mozárabes

Estribillos que culminan un poema escrito en árabe, llamado Moaxaja.
Siglo XII Mester de Juglaría Se compone de Cantares de Gesta El Cantar de Mío Cid(1140).
Siglo XIII

Siglo XIV
Mester de Clerecía Gonzalo de Berceo:
Loores de Nuestra Señora.

Infante Juan Manuel
(1282-1348)
El libro de los exemplos del Conde
Lucanor.

Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita
(1283-1350)
El libro del Buen Amor.

Siglo XV
Transición hacia el Renacimiento Jorge Manrique
(1440-1479)
“Coplas a la muerte de su padre”.

Elio Antonio de Nebrija
(1441-1522)
“Gramática Castellana”.

Fernando de Rojas
(1465-1541)
“La Celestina”.


EL CANTAR DEL MÍO CID

Género: Épico.

Especie: Cantar de Gesta.

Autor: Anónimo, el manuscrito pertenece a Per Abat.

Métrica: 3370 versos irregulares, la mayor cantidad de ellos tienen entre 14 y 16 sílabas métricas.

Rima: Asonante.

Otros rasgos:
* Se basa en hechos reales que protagoniza el caballero hispano: Rodrigo Díaz de Vivar.
* Usa el epíteto para realzar la figura del protagonista.
* Gran religiosidad.

Tema: La pérdida y la recuperación del honor del Cid.

Sobre el autor:
* Anónimo. Algunas tesis sostienen que no se trataría de un autor único; al parecer uno de ellos sería un juglar de Medinacelli.
* Per Abat es quien firma el manuscrito que data de 1307.
* Tomás Antonio Sánchez encontró incompleto dicho manuscrito; para resarcir o quitar ello, utilizó la "Crónica de los veinte reyes de Castilla", con lo cual pudo publicar la obra por primera vez en 1779.

Argumento:

Primer cantar: El destierro
1. El Cid desterrado por el rey Alfonso VI. El motivo es una traición.
2. La ciudad de Burgos le niega toda la ayuda al Cid.
3. Martín Antolínez, consigue dinero para el Cid, de los judíos Raquel y Vivas.
4. El Cid deja a su familia en el monasterio de Cerdeña.
5. Conquista el Castillo de Alcócer, y envía el primer obsequio al rey.
6. Se enfrenta al Conde de Barcelona, Ramón de Berenguer, de quien obtiene la espada Colada.

Segundo Cantar: Las bodas de las hijas del Cid
1. Luego de varios años de asedio sobre la ciudad de Valencia; la conquista y funda allí un obispado.
2. El Cid le envía el segundo obsequio al Rey.
3. Reencuentro del Cid con su familia.
4. Enfrentamiento contra el rey moro, Jusuf. Envío del tercer obsequio hacia el Rey.
5. El Rey perdona al Cid a orillas del río Tajo.
6. Se celebran las bodas de las hijas del Cid con los infantes de Carrión.

Tercer cantar: La Afrenta de Corpes
1. Los Infantes ponen de manifiesto su cobardía frente a un león.
2. El Cid vence al rey Búcar, obtiene la espada Tizona.
3. Los infantes desean vengarse del Cid, por ello planean afrentar a sus hijas.
4. Al recibir a sus hijas malheridas, el Cid solicita al Rey la convocatoria de las Cortes.
5. Se reúnen las cortes de Toledo.
6. Los Infantes devuelven las espadas al Cid.
7. Los hombres del Cid vencen en duelo a los Infantes de Carrión.
8. Llegan unos mensajeros y solicitan la mano de las hijas del Cid de parte de los Infantes de Navarra y Aragón.
9. Se anuncian las segundas bodas de las hijas y la muerte del Cid en Valencia en el año 1099.


Valoración:

Es El Cantar del Mio Cid un punto de concurrencia de varias primicias. Primera obra de la literatura española. Primer poema épico de nuestra lengua. Primera hechura de la figura de un héroe que va a ser, en su día, el héroe nacional.

Le veo yo ahora una primacía más, y excelsa. Es el primer caso en la historia de las letras españolas en que la honra, tenida por esencia básica de la vida del hombre, se hace motivo de invención poética y empuja, al poeta a la acción imaginativa y a la  creación de una obra de arte de valor insigne. El juglar de Medinacelli presagía a Lope de Vega, a Calderón, en esto de volverse a un valor espiritual como la honra, y tomarlo como eje de las acciones humanas dignas de ser trasmutadas en arte.

La abundancia de la gesta, la sucesión de batallas e incidentes del poema, vela un poco la visión del tema profundo. Pero en eso hay también una nota de admirable fidelidad a la naturaleza humana en su doble faz de materia y espirítu, de acción y alma . Porque la honra, así lo vemos en el no es abstracción Cantar, desprendida del accidente humano, habitante de un gélido clima. Está entretejida con el vivir en un hombre, expuesta a riesgos e infortunios, nos la deshacen y tenemos que rehacerla, nos la roban y hay que ganarla, al mismo tiempo que se gana el pan. Poema íntegro, del pan y la honra es el cantar. Su protagonista, primer personaje de la ficción literaria española, es también el primer honrado de nuestra literatura.

Pedro Salinas


JORGE MANRIQUE
COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE

Además de esta famosa copla, escribió alrededor de 48 poemas burlescos, alegóricos y sobretodo amorosos, e incluso cuando murió en el asalto a un castillo, se le encontró una copla "Contra el mundo".

Género: Lírico.
Especie: Elegía.
Estructura Métrica: 40 estrofas de pie quebrado con rima asonante.
Temas:
* Fugacidad de la vida.
* Caducidad de los bienes materiales.
* Exaltación de la figura del maestre don Rodrigo Manrique.
* Igualdad de todos los hombres ante la muerte.
* Añoranza del pasado.

I
Recuerde el alma dormida
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor,
cómo, a nuestro pareser,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

II
Pues si vemos lo presente
como en un punto s'es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por pasado.
Non se engañe nadie, no
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio
pues que todo ha de pasar
por tal manera.

III
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.

IV
Dexo las innovaciones
de los famosos poetas
e oradores;
non curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
Aquel sólo me encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
su deidad.

V
Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientras vivimos,
e llegamos
al tiempo que fenecemos
así que cuando morimos,
descansamos.


LECTURA

CANTAR PRIMERO: DESTIERRO DEL CID - ANÓNIMO

[El Cid, que servía al rey Alfonso VI, fue atacado por el conde García Ordóñez, un gran amigo del rey. El Cid no pudo dejar sin vengarse el ataque y venció al conde, insultando su honor: le mesó la barba (le arrancó pelos de la barba). García Ordóñez se puso furioso y le habló mal del Cid al rey. El rey desterró al Cid. El poema comienza en el momento de salir de
Burgos.]

1
Con sus ojos muy grandemente llorando
tornaba la cabeza y estábalos mirando:
vio las puertas abiertas, los postigos sin candado,
las perchas vacías sin pieles y sin mantos
y sin halcones y sin azores mudados.
Suspiró mío Cid triste y apesadumbrado.
Habló mío Cid y dijo resignado:
«¡Loor a ti, señor Padre, que estás en lo alto!
Esto me han urdido mis enemigos malos».

2
Ya cabalgan aprisa, ya aflojan las riendas.
Al salir de Vivar, tuvieron la corneja diestra,
y entrando en Burgos, tuviéronla siniestra.
El Cid se encogió de hombros y meneó la cabeza:
«¡Albricias, Álvar Fáñez, que si ahora nos destierran
con muy gran honra tornaremos a Castiella!»

3
Mío Cid Ruy Díaz por Burgos entróve,
van en su compañía sesenta pendones;
salen a verlo mujeres y varones,
burgueses y burguesas a las ventanas se ponen,
llorando de los ojos, ¡tan grande era su dolor!
De las sus bocas todos decían una razón
«¡Dios, qué buen vasallo, si tuviese buen señor!»

4
Le hospedarían con gusto, pero ninguno osaba:
que el rey don Alfonso le tenía gran saña.
Antes de la noche en Burgos entró su carta
con gran mandamiento y fuertemente sellada
que a mío Cid Ruy Díaz que nadie le diese posada
y aquellos que se la diesen supiesen vera palabra
que perderían sus bienes y además los ojos de la cara,
y aun además los cuerpos y las almas.
Grande duelo tenían las gentes cristianas;
se esconden de mío Cid, que no osan decirle nada.
El Campeador se dirigió a su posada;
cuando llegó a la puerta, la halló bien cerrada,
por miedo del rey Alfonso, así ellos acordaran:
que a menos que la rompiese, no se la abrirían por nada.
Los de mío Cid a altas voces llaman,
los de dentro no les querían responder palabra.
Aguijó mío Cid, a la puerta se llegaba,
sacó el pie del estribo, un fuerte golpe daba;
no se abre la puerta, que estaba bien cerrada.
Una niña de nueve años a mío Cid se acercaba:
«Ya Campeador, en buen hora ceñiste espada
«El rey lo ha vedado, anoche entró su carta,
«con gran mandamiento y fuertemente sellada.
«No os osaríamos abrir ni acoger por nada;
«si no, perderíamos los bienes y las casas,
«y aún además los ojos de las caras.
«Cid, en nuestro mal vos no ganáis nada;
mas el Criador os guarde con todas sus virtudes santas».
Esto la niña dijo y tornó para su casa.
Ya lo ve el Cid que del rey no esperaba gracia.
Partióse de la puerta, por Burgos aguijaba,
llegó a Santa María, luego descabalga;
hincó las rodillas, de corazón rogaba.
La oración hecha, luego cabalgaba;
salió por la puerta, el río Arlanzón pasaba.
Junto a la villa de Burgos en la glera acampaba,
mandó plantar las tiendas, después descabalgaba.
Mío Cid Ruy Díaz, el que en buen hora ciñó espada,
acampó en la glera que nadie le abre su casa;
están junto a él los fieles que le acompañan.
Así acampó mío Cid como si fuese en montaña.

[El Cid pasa por San Pedro de Cardeña para despedirse de su mujer, doña Jimena, y a sus hijas, doña Elvira y doña Sol.]

He aquí a doña Jimena que con sus hijas va llegando;
dos dueñas las traen a ambas en sus brazos.
Ante el Campeador doña Jimena las rodillas ha hincado.
Lloraba de los ojos, quiso besarle las manos:
«¡Ya Campeador, en hora buena engendrado,
«por malos intrigantes de Castilla sois echado! »

16
«Ay, mi señor, barba tan cumplida,
«aquí estamos ante vos yo y vuestras hijas,
«(muy niñas son y de pocos días),
«con estas mis damas de quien soy yo servida.
«Ya lo veo que estáis de partida,
«y nosotras y vos nos separamos en vida.
«¡Dadnos consejo, por amor de Santa María!»
Alargó las manos el de la barba bellida,
a las sus hijas en brazos las cogía,
acercólas al corazón que mucho las quería.
Llora de los ojos, muy fuertemente suspira:
« Ay, doña Jimena, mi mujer muy querida,
«como a mi propia alma así tanto os quería.
«Ya lo veis que nos separan en vida,
«yo parto y vos quedáis sin mi compañía.
«Quiera Dios y Santa María,
«que aún con mis manos case estas mis hijas,
«y vos, mujer honrada, de mí seáis servida».

17
Por Castiella se va oyendo el pregón,
cómo se va de tierra mío Cid el Campeador;
unos dejan casas y otros, honor.
En ese día en el puente de Arlanzón
ciento quince caballeros todos juntados son;
todos demandan por mío Cid el Campeador.

18
[Ya llega el momento de salir de su tierra. El Cid les habla a sus hombres.]

El día es salido, la noche quería entrar,
a sus caballeros mandólos todos juntar:
«Oíd, varones, no os dé pesar;
«poco dinero traigo, vuestra parte os quiero dar.
«Tened en cuenta cómo os debéis comportar:
«mañana temprano cuando los gallos cantarán,
«no perdáis tiempo, los caballos ensillad;
«en San Pedro, a maitines tañerá el buen abad,
«nos dirá la misa de Santa Trinidad;
«dicha la misa, tendremos que cabalgar,
«pues el plazo se acerca y mucho hemos de andar».
Como lo manda mío Cid así todos lo harán.
Hecha la oración, la misa acabada ya,
salieron de la iglesia, ya quieren cabalgar.
El Cid a doña Jimena la iba a abrazar;
doña Jimena al Cid la mano le va a besar,
llorando de los ojos que ya no puede más.
Y él a las niñas volviólas a mirar:
«A Dios os encomiendo, nuestro Padre espiritual,
«ahora nos separamos, ¡Dios sabe el ajuntar!
Llorando de los ojos con un dolor tan grande,
así se separan como la uña de la carne.

19
Se acostó mío Cid cuando la noche llegó,
soñó un sueño dulce, ¡qué bien que durmió!
El ángel Gabriel a él vino en visión:
«Cabalgad, Cid, el buen Campeador,
«que nunca en tan buen hora cabalgó varón;
«mientras que vivieseis tendréis buen honor».
Cuando despertó el Cid, la cara se santiguó.

[El Cid y sus hombres entran el reino moro de Toledo, un rey tributario del rey Alfonso. El Cid va rumbo a Castejón mientras Álvar Fáñez y otros hombres pasan por Guadalajara. El Cid llega a Castejón.]

23
Ya amanecía y venía la mañana,
salía el sol, ¡Dios, qué hermoso apuntaba!
En Castejón todos se levantaban,
abren las puertas, afuera se mostraban,
para ir a sus labores y a sus campos de labranza.
Todos han salido dejan libre la entrada,
sólo pocas gentes en Castejón quedaban;
las gentes por los campos andan ocupadas.
El Campeador salió de la celada,
en torno a Castejón aprisa cabalgaba,
Mío Cid don Rodrigo corre hacia la entrada,
los que guardan la puerta viéndola asaltada,
tuvieron miedo y la dejan desamparada.
Mío Cid Ruy Díaz por las puertas entraba,
trae en la mano desnuda la espada,
quince moros mataba de los que alcanzaba.
Ganó a Castejón y mucho oro y plata.
Sus caballeros llegan con la ganancia,
la dejan a mío Cid sin querer para sí nada.

[Álvar Fáñez vuelve de Guadalajara con la riqueza que ganó (ovejas, caballos, etc.). El Cid comparte el tesoro con sus hombres. El Cid decide abandonar Castejón porque no quiere ser atacado por el rey Alfonso (y Alfonso es amigo del rey de Toledo donde queda la ciudad). Para mostrar su generosidad, el Cid libera a 200 moros que había cautivado.]

«Del castillo que tomaron todos ricos se van;
los moros y las moras bendiciéndole están».

[El Cid decide ir a atacar Alcocer. El rey de Valencia, que controla Alcocer, manda un ejército de 3.000 hombres para reconquistar la ciudad. Los moros cercan al Cid y le quitan el agua. Los hombres del Cid quieren ir a la batalla, pero el Cid quiere consultar con sus hombres.]

34
Al cabo de tres semanas, cuando la cuarta iba a entrar,
mío Cid de los suyos se quiso aconsejar:
«El agua nos han quitado, nos va a faltar el pan,
«si quisiéramos irnos de noche no lo consentirán;
«son demasiadas sus fuerzas para con ellos luchar;
«decidme, caballeros, qué consejo tomar».
Primero habló Minaya, un caballero leal:
«de Castilla la gentil hemos venido acá,
«si con moros no luchamos no ganaremos el pan.
«Somos unos seiscientos, acaso alguno más;
«en el nombre del Criador que no se haga más;
sino irlos a combatir mañana sin tardar».

Dijo el Campeador: «ése es buen hablar;
hablasteis como honrado, como era de esperar».

[Se preparan para el ataque y, al amanecer, el Cid manda que todos salgan a la batalla. El Cid entrega su enseña (su bandera) a Pero Bermúdez para que la lleve.]

Abrieron las puertas, afuera salen ya;
los ven las avanzadas, a sus huestes van a avisar.
¡Con qué prisa los moros se comienzan a armar;
ante el ruido de los tambores la tierra quería quebrar;
vierais armarse a los moros, aprisa entrar en haz
En la parte de los moros dos grandes enseñas van,
y los otros pendones, ¿quién los podría contar?
Las haces de los moros comienzan a avanzar
hacia mío Cid y los suyos, para irlos a atacar.
«Estad quietas, mesnadas, aquí en este lugar,
«nadie salga de filas hasta que lo oigáis mandar».
Aquel Per Bermúdez no se pudo aguantar;
la enseña tiene en la mano, comenzó a espolear:
«¡El Criador nos valga, Cid Campeador leal!
«Voy a meter vuestra enseña en medio del mayor haz;
«veremos estos caballeros cómo la protegerán».
Dijo el Campeador: «¡No lo hagáis, por caridad»
Repuso Per Bermúdez: «¡Ya veréis como se hará!»
Espoleó al caballo, lo metió en mayor haz.
Los moros lo reciben, la enseña vanle a quitar,
le dan grandes golpes no le pueden derribar.
Dijo el Campeador: «¡Valedle, por caridad!»

35
Embrazan los escudos ante sus corazones,
enristran las lanzas, envueltos los pendones,
inclinaron las caras encima de los arzones,
íbanlos a atacar con fuertes corazones.
A grandes voces llama el que en buena hora nació:
«¡Atacadlos, caballeros, por amor del Criador!
«¡Yo soy Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador!»
Todos atacan al haz donde está Per Bermudoz.
Trescientas lanzas son, todas llevan pendón;
trescientos moros matan al primer empujón,
y al hacer la tornada otros tantos muertos son.
Allí vierais tantas lanzas subir y bajar,
tanta adarga horadar y pasar,
tanta loriga romper y rajar,
tantos pendones blancos rojos de sangre quedar,
tantos buenos caballos sin sus dueños andar.
Oyerais a unos, «¡Mahoma!»; a otros, «¡Santiago!» gritar.
Yacían por el campo en poco lugar
mil y trescientos moros muertos, ya.

[Los hombres del Cid vencen a los moros y los persiguen hasta Calatayud. Los hombres del Cid ganan mucho tesoro de la conquista y envían parte de su riqueza al rey Alfonso. El rey acepta el regalo y proclama que los que quieran podrán juntarse con el Cid. Pero todavía mantiene en efecto el destierro del Cid. El Cid continúa sus hazañas en Zaragoza y termina por dominar el reino de Zaragoza. Hacia el final del cantar, el Cid decide ir a tierras bajo la protección de Barcelona, pero el Conde de Barcelona se siente insultado y ataca al Cid. El Cid vence al Conde y gana la espada, «Colada.»]

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