VANGUARDISMO

domingo, 20 de abril de 2014

Indice - Literatura

I. DEFINICIÓN : Con el término Vanguardismo se ha denominado a un conjunto de tendencias artísticas que surgen en Europa en la primera década del siglo XX (Cubismo, 1906) como parte del espíritu de renovación y efervescencia con los que nace el nuevo siglo. A partir de la revolución industrial del siglo XIX y los cambios radicales que implicó con la modernización de la sociedad occidental, con los consiguientes fenómenos de deshumanización creciente y un espíritu utilitarista y material, surgen de hecho una serie de reacciones ideológicas y estéticas al paso de dicho proceso y se manifiesta en el rechazo manifiesto del pasado y la búsqueda de nuevos cánones estéticos e intelectuales. El Vanguardismo comprende tendencias como : el Surrealismo, el Dadaísmo, el Expresionismo, el Ultraísmo, el Creacionismo, el Futurismo, el Cubismo, el Imaginismo entre otras tendencias, todas ellas diferentes entre sí, pero ligadas por elementos comunes como la negación del pasado, el rechazo a las normativas y el afán de experimentación. Se pretende crear un "arte nuevo", existe un afán de innovación y una búsqueda de la originalidad.

El Vanguardismo llega al Perú después de la Primera Guerra Mundial, pero como un reflejo mas no como una imitación del vanguardismo europeo. Se desarrolla en un ambiente muy convulsionado de profundas luchas sociales, es por ello que descuida el carácter puro del Vanguardismo Europeo y adquiere un matiz social. En último término tendríamos que señalar que el Vanguardismo en el Perú se inaugura con la publicación de "TRILCE" (1922) del gran poeta Cesar Vallejo.

II. CARACTERÍSTICAS
1. Reacciona contra todo lo tradicional y caduco. El vanguardismo rompe con los moldes literarios tradicionales.
2. Significó un cuestionamiento del arte y de la sociedad y una revolución total en las formas de la expresión artística.
3. Renovación total del lenguaje poético. Se abandona la métrica, la rima y el ritmo (versolibrismo).
4. Afán de innovación y búsqueda de la originalidad.
5. Aprovechamiento del mundo onírico del autor y el mundo del inconsciente.
6. Utilización de una nueva terminología.
7. Preocupación por los problemas sociales de la época.

III. EXPONENTES
* César Vallejo:
- "Los heraldos negros" (1918).
- "Trilce" (1922).

* Alejandro Peralta:
- "Ande" (1926).

* Arturo Peralta:
- "El pez de oro".

* Carlos Oquendo de Amat:
- "Cinco metros de poemas" (1927).

* Xabier Abril:
- "Hollywood" (1931).
- "Difícil trabajo" (1935).

* Martín Adán (Rafael de la Fuente Benavides):
- "La casa de cartón" (1828).
- "La mano desasida" (1961).

* Emilio Adolfo Westphalen:
- "Las ínsulas extrañas" (1933).

* César Moro : (Alfredo Quíspez Asín):
- "La tortuga ecuestre".

* Juan Parra del Riego:
- "Carnaval".
- "Himnos del cielo y de los ferrocarriles".
- "Blanca Luz".
- Tres polirritmos inéditos".

* Alberto Hidalgo:
- "Panoplia lírica".
- "Química del espíritu".
- "Descripción del cielo"
- "Dimensión del hombre".


CÉSAR ABRAHAM VALLEJO MENDOZA
(Santiago de Chuco, 1892 - París, 1938)
"El poeta del dolor humano"

Breve Síntesis Biográfica:

1892: Nace en Santiago de Chuco, La Libertad.
1912: Viene a Lima a estudiar en San Marcos Medicina, luego se traslada a Letras.
1915: Se gradúa como Bachiller en Humanidades en la Universidad Nacional de Trujillo con la tesis "El Romanticismo en la Poesía Castellana". Perteneció al Grupo Norte liderado por Antenor Orrego. Abrazó la carrera de jurisprudencia y ejerció la docencia.
1918: Publica Los heraldos negros en Lima, después de que sus versos han sido destructivamente criticados por don Clemente Palma.
1920: Regresa a Trujillo e implicado en un incidente (incendio y homicidio) cae preso. Será durante su encierro que comenzará a escribir su poemario Trilce.
1922: Publica Trilce en Lima. No tuvo buena acogida entre la crítica por su naturaleza abiertamente innovadora, sobre todo en el aspecto lingüístico.
1923: Abandona el Perú y viaja a Europa, radicando en París.
1929: Contrae matrimonio con la ciudadana francesa Georgette Phillipard.
1930: Viaja a España por primera vez.
1931: Es expulsado de Francia por su militancia política y viaja por algunos países europeos.
1933: Regresa a Francia con la salud quebrantada y dificultades económicas.
1937: Viaja a España para asistir al Congreso Nacional de Escritores.
1938: Vuelve a París y muere un viernes santo 15 de abril de una enfermedad desconocida.

OBRA

A. POESÍA
* "Los heraldos negros" (1918).
* "Trilce" (1922).
* "Poemas humanos" (1939).
* "España, aparta de mi esta cáliz" (1939).
* "Poemas en prosa" (1939).

B. NARRATIVA
* "Fabla salvaje".
* "Tungsteno".
* "Escalas melografiadas".
* "Paco Yunque".

C. ENSAYO
* "El Arte y la Revolución".
* "Rusia en 1931".
* "Contra el secreto profesional".

D. TEATRO
* "Colacho Hermanos".
* "Entre dos orillas corre el mismo río".
* "La piedra cansada".
* "Lockout".

CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA:

A. EN POESÍA:
1. Expresa un profundo humanismo que se traduce en la solidaridad con el dolor universal.
2. Crea un nuevo lenguaje poético a través de la deslexicalización del mismo. Vallejo hace decir a las palabras cosas que normalmente no pueden expresar.
3. Adopta un tono confesional y metafísico.
4. Poesía llena de esperanza y solidaridad humana.
5. Tiene temas y motivos recurrentes: el dolor, la solidaridad, el hambre, la soledad, el sufrimiento.
6. Su poesía está llena de alusiones y referencias al Perú (paisajes, personajes y costumbres), todo ello insertado a nivel universal porque la poesía de Vallejo no es localista o regional sino mas bien ecuménica.

B. EN NARRATIVA:
1. Se solidariza con el oprimido, el explotado, el débil y denuncia el maltrato de los poderosos.
2. Tiene una finalidad política, que es la de desentrañar y mostrar los conflictos de clase, los enfrentamientos sociales: el débil con el poderoso, el burgués frente al obrero. Con ello, logra demostrarnos la profunda injusticia social existente en nuestra sociedad.

PERIODOS DE LA POESÍA VALLEJIANA:

A. Periodo Modernista:
En este periodo, está inserto su primer libro "Los heraldos negros" (1918), en el cual Vallejo recibe el legado de la poesía modernista, sobre todo la influencia de Rubén Darío y de Julio Herrera y Reissig. El poemario tiene como temática el hogar provinciano, la muerte del hermano, el dolor humano universal, las dudas sobre Dios.

B. Periodo Vanguardista:
En este periodo, está comprendido el poemario Trilce (1922), con el cual Vallejo inaugura el Vanguardismo Peruano e inicia un nuevo lenguaje poético de límites insospechables. Aparecen el tema de la cárcel, la soledad y la ausencia de la madre; pero revestidos todos ellos de una estructura lingüística compleja por lo experimental e innovadora.

C. Periodo de la Poesía Comprometida:
Abarca "Poemas Humanos" (1939) y "España, Aparta de mí este Cáliz" (1939), Vallejo utiliza las palabras que remiten al cuerpo humano y se compromete con la República Española. Estos dos poemarios destacan de manera especial la solidaridad humana, muestra de ello es el poema "Masa".


POEMAS HUMANOS

Reúne un conjunto de poemas publicados después de la muerte de Vallejo (1939). El título del poemario, al parecer fue dado por Raúl Porras Barrenechea, quien al observar el humanismo de Vallejo optó por el mencionado título.
La temática del poemario está referida a la pobreza y el hambre, la miseria humana, el cuerpo como espacio de dolor y de liberación, el trabajo como fuente de solidaridad y la esperanza en un futuro lleno de dicha colectiva.
Todo el poemario refleja la concepción de la solidaridad como eje fundamental para el desarrollo del hombre y la sociedad. Lo colectivo por encima de lo individual, tal como sucedió en el mundo prehispánico, el cual conocía mucho Vallejo.
Para establecer su concepción solidaria, Vallejo acumula imágenes corporales. Es, pues, el cuerpo del pobre el que sufre. El poeta habla de tobillos, de diafragmas, de pómulos, de fémures, entre otras figuras que remiten al cuerpo. Y a la par establece oposiciones: entre la vida y la muerte, entre el jefe y el subordinado, entre el presente lleno de sufrimiento y el futuro donde reinará la dicha colectiva.


LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre...pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

(De "Los heraldos negros")


LOS DADOS ETERNOS

Para Manuel González Prada
esta emoción bravía y selecta
una de las que, con más entusiasmo,
me ha aplaudido el gran maestro.

Dios mío, estoy llorando, el ser que vivo,
me pesa haber tomádote tu pan,
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado
¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios.
Pero tú, que estuviste siempre bien.
no sientes nada de tu creación.

Y el hombre si te sufre, ¡el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado.
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡Oh jugador! Al dar la suerte
del universo todo.
surgirán las ojeras de la muerte,
como dos ases fúnebres de lodo
Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de intensa sepultura.

(De Los "heraldos negros")


TRILCE XVIII

Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.

Criadero de nervios, mala brecha,
por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.

Amorosa llavera de innumerables llaves,
si estuviera aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo, los dos,
más dos que nunca. Y ni lloraras,
di, libertadora.

Ah las paredes de la celda.
De ellas me duele entretanto más
las dos largas que tienen esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una.

Y sólo yo me voy quedando,
con la diestra, que hace por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi donde y mi cuando,
esta mayoría inválida de hombre.

(De "Trilce")


PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada,
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros
la soledad, la lluvia, los caminos.
(De "Poemas Humanos")


MASA

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "No mueras: Te amo tanto!"
Pero el cadáver, ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil quinientos mil,
Clamando "Tanto amor, y no poder hacer nada contra la muerte¡"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "Quédate, hermano!"
Pero el cadáver, ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon, les vio el cadáver triste, emocionado
incorporóse lentamente,
abrazo al primer hombre, echóse a andar.

(De "España Aparta de mí este Cáliz")


LECTURA

CESAR VALLEJO

LXXV

Estáis muertos.
Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos, muertos. Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, péndula del zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros no os duele. Os digo, pues, que la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte.

Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se está uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan en los bordes enfrentados y se doblan y doblan, entonces os transfiguráis y creyendo morir, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra.

Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino el no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades. Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre de vida.
Estáis muertos.

[De Trilce]


EL BUEN SENTIDO

Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande.
Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar.
La mujer de mi padre está enamorada de mí, viniendo y avanzando de espaldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte.
Que soy dos veces suyo: por el adiós y por el regreso. La cierro, al retornar. Por eso me dieran tanto sus ojos, justa de mí, in fraganti de mí, aconteciéndose por obras terminadas, por pactos consumados.

Mi madre está confesa de mí, nombrada de mí. ¿Cómo no da otro a mis otros hermanos? A Víctor, por ejemplo, el mayor, que es tan viejo ya, que las gentes dicen: ¡Parece hermano menor de su madre! ¡Fuere porque yo he viajado mucho! ¡Fuere porque yo he vivido más!

Mi madre acuerda carta de principio colorante a mis relatos de regreso. Ante mi vida de regreso, recordando que viajé durante dos corazones por su vientre, se ruboriza y se queda mortalmente lívida, cuando digo, en el tratado del alma:
Aquella noche fui dichoso. Pero, más se pone triste; más se pusiera triste.

–Hijo, ¡cómo estás viejo!
Y desfila por el color amarillo a llorar, porque me halla envejecido, en la hoja de espada, en la desembocadura de mi rostro.
Llora de mí, se entristece de mí. ¿Qué falta hará mi mocedad, si siempre seré su hijo? ¿Por qué las madres se duelen de hallar envejecidos a sus hijos, si jamás la edad de ellos alcanzará a la de ellas? ¿Y por qué, si los hijos, cuánto más se acaban, más se aproximan a los padres? ¡Mi madre llora por que estoy viejo de mi tiempo y por que nunca llegaré a envejecer del suyo!
Mi adiós partió de un punto de su ser, más externo que el punto de su ser al que retorno. Soy, a causa del excesivo plazo de mi vuelta, más el hombre ante mi madre que el hijo ante mi madre. Allí reside el candor que hoy nos alumbra con tres llamas.
Le digo entonces hasta que me callo:

–Hay, madre, en el mundo un sitio que se llama París. Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande.

La mujer de mi padre, al oírme, almuerza y sus ojos mortales descienden suavemente por mis brazos.

[ De Poemas en prosa]


LA VIOLENCIA DE LAS HORAS

Todos han muerto.

Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.

Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: «Buenos días, José! Buenos días, María!»

Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.

Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.

Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.

Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.
Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.
Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.
Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.
Murió mi eternidad y estoy velándola.

[ De Poemas en prosa]


LÁNGUIDAMENTE SU LICOR

Tendríamos ya una edad misericordiosa, cuando mi padre ordenó nuestro ingreso en la escuela. Cura de amor, una tarde lluviosa de febrero, mamá servía en la cocina el yantar de oración. En el corredor de abajo, estaban sentados a la mesa mi padre y mis hermanos mayores. Y mi madre iba sentada al pie del mismo fuego del hogar. Tocaron a la puerta.
–Tocan a la puerta!- mi madre.

–Tocan a la puerta! – mi propia madre.
–Tocan a la puerta! – dijo toda mi madre, tocándose las entrañas a trastes infinitos, sobre toda la altura de quien viene.
–Anda, Nativa, la hija, a ver quién viene.

Y, sin esperar la venia maternal, fuera Miguel, el hijo, quien salió a ver quién venía así, oponiéndose a lo ancho de nosotros.
Un tiempo de rúa contuvo a mi familia. Mamá salió, avanzando inversamente y como si hubiera dicho: las partes. Se hizo patio afuera. Nativa lloraba de una tal visita, de un tal patio y de la mano de mi madre. Entonces y cuando, dolor y paladar techaron nuestras frentes.

–Porque no le dejé que saliese a la puerta, - Nativa, la hija, - me ha echado Miguel al pavo. A su pavo.
¡Qué diestra de subprefecto, la diestra del padre, revelando, el hombre, las falanjas filiales del niño! Podía así otorgarle la ventura que el hombre deseara más tarde. Sin embargo:

–Y mañana, a la escuela, - disertó magistralmente el padre, ante el público semanal de sus hijos.
Y tal, la ley, la causa de la ley. Y tal también la vida.

Mamá debió llorar, gimiendo apenas la madre. Ya nadie quiso comer. En los labios del padre cupo, para salir rompiéndose, una fina cuchara que conozco. En las fraternas bocas, la absorta amargura del hijo, quedó atravesada.

Mas, luego, de improviso, salió de un albañal de aguas llovedizas y de aquel mismo patio de la visita mala, una gallina, no ajena ni ponedora, sino brutal y negra. Cloqueaba en mi garganta. Fue una gallina vieja, maternalmente viuda de unos pollos que no llegaron a incubarse. Origen olvidado de ese instante, la gallina era viuda de sus hijos. Fueran hallados vacíos todos los huevos. La clueca después tuvo el verbo.
Nadie la espantó. Y de espantarla, nadie dejó arrullarse por un gran calofrío maternal.
–¿Dónde están los hijos de la gallina vieja?
¿Dónde están los pollos de la gallina vieja?
¡Pobrecitos! ¡Dónde estarían!

[De Poemas en prosa]


CESAR VALLEJO

EL MOMENTO MÁS GRAVE DE MI VIDA

Un hombre dijo:
El momento más grave de mi vida estuvo en la batalla del Marne, cuando fui herido en el pecho.
Otro hombre dijo:

El momento más grave de mi vida, ocurrió en un maremoto de Yokohama, del cual salvé milagrosamente, refugiado bajo el alero de una tienda de lacas.
Y otro hombre dijo:

El momento más grave de mi vida acontece cuando duermo de día.
Y otro dijo:
El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú.
Y otro dijo:
El momento más grave de mi vida es el haber sorprendido de perfil a mi padre.

Y el último hombre dijo:
El momento más grave de mi vida no ha llegado todavía.

[De Poemas en prosa]


VOY A HABLAR DE LA ESPERANZA

Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano, ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.
Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. ¿Qué sería su causa? ¿Dónde está aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa.
¿A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sería igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi dolor sería igual. Hoy sufro desde más arriba. Hoy sufro solamente.
Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de quedarme ayuno hasta morir, saldría siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. ¡Qué sangre la suya más engendrada, para la mía sin fuente ni consumo!

Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no dejaría luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente.

[De Poemas en prosa]


HALLAZGO DE LA VIDA

¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.
Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie antes mis ojos.
Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, le diría que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo.
¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez.
Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendería tan inopinada parla.
No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: quién sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido.
¡Cuán no poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el día apenas cabe en mí.
Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del boulevard Haussmann.
Nunca, sino ahora, avancé paralelamente a la primavera, diciéndola: «Si la muerte hubiera sido otra...» Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas del Sacré-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.

¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.

[De Poemas en prosa]


UNA MUJER...

Una mujer de senos apacibles, ante los que la lengua de la vaca resulta una glándula violenta. Un hombre de templanza, mandibular de genio, apto para marchar de dos a dos con los goznes de los cofres. Un niño está al lado del hombre, llevando por el revés, el derecho animal de la pareja.

¡Oh la palabra del hombre, libre de adjetivos y de adverbios, que la mujer declina en su único caso de mujer, aun entre las mil voces de la Capilla Sixtina! ¡Oh la falda de ella, en el punto maternal donde pone el pequeño las manos y juega a los pliegues, haciendo a veces agrandar las pupilas de la madre, como en las sanciones de los confesionarios!

Yo tengo mucho gusto de ver así al Padre, al Hijo y al Espíritusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos.

[De Poemas en prosa]

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